24 Oct ¿Autónomo o Sociedad Mercantil?
Para que el desarrollo de una actividad empresarial sea eficiente, no solo se debe realizarse un planteamiento de la idea empresarial, sino que existen una serie de elementos contextuales que se deben definir y analiza a priori para articular esa actividad de la mejor forma posible.
Una de las principales cuestiones que se plantean ante el inicio de la actividad empresarial es la estructura legal que podemos usar. El empresario puede desarrollar su actividad económica y/o profesional como empresario individual y con ello mediante la figura del Autónomo, o bien, puede decidir centralizar su actividad en una sociedad mercantil, o sociedad de capital.
Para definir si es conveniente la creación de una sociedad, o no, es necesario que se tenga en consideración diversos elementos que podrán influir en el futuro del proyecto. El principal criterio por el que se suele decidir la centralización de la actividad en una sociedad mercantil es el elemento tributario. El Autónomo como empresario individual, declara toda la facturación de su actividad por el Impuesto de la Renta de las Personas Físicas ( IRPF). Este impuesto aplica unos tipos progresivos conforme al volumen de facturación, concretamente el
tipo máximo es de un 45%. En contraposición en el caso de centralizarse una actividad en una
sociedad mercantil, la facturación de la sociedad tributa por el Impuesto de Sociedades (IS) que
tiene un tipo general del 25%, salvo excepciones.
Por tanto, sin perjuicio de un análisis pormenorizado de cada caso, es claro que una sociedad puede darnos una interesante ventaja fiscal. A pesar de que la ventaja tributaria es el principal criterio por el que se suele tomar esta decisión, hay otros factores que deben considerarse. Para articular el desarrollo de la actividad empresarial o profesional en una sociedad mercantil, se deben asumir una serie de costes tanto iniciales, como costes de mantenimiento de la estructura, que son más elevados a los que tiene un empresario individual.
En primer lugar, se debe tener en consideración el gasto de constitución de la sociedad mercantil, que devengará honorarios de notarios, y registradores, así como el capital social inicial que debe ser depositado para el acto fundador. En el caso de la Sociedad Limitada el capital social minino es de 3.000 euros y en el de la Sociedad Anónima es de 60.000€.
Asimismo, se debe tener en consideración que el mantenimiento de esta estructura generará unos mayores costes durante la vigencia de la actividad que pueden ser superiores a los que requiere un autónomo. Con esto nos referimos a los costes de gestoría o asesoría en materia tributaria (presentación de impuestos), contable (llevanza de la contabilidad), y en el caso de ser necesaria el asesoramiento laboral (la contratación y gestión de empleados). Por tanto una estructura societaria conllevará una serie de gastos que serán por lo general superiores a los que podría incurrir un Autónomo.
Más allá del elemento económico, es destacable la mayor ventaja de la inclusión de la actividad empresarial en una sociedad de capital, que es la limitación de la responsabilidad. Esto quiere decir, que en el caso de un autónomo, las responsabilidades que pudieran derivarse del desarrollo de su actividad empresarial podrán afectar a todo el patrimonio personal del empresario individual. En el caso de las sociedades de capital, las responsabilidades que pudieran surgir deberán ser absorbidas por el patrimonio de la empresa, y existirá una clara diferenciación de patrimonios.
Sin perjuicio de que estas son las cuestiones principales y básicas que deben ser analizadas para el desarrollo de una actividad económica, existen otros muchos que deben tenerse en consideración para tomar la decisión más correcta, ya que cada empresa y los intereses del empresario son distintos.
Ya que estos primeros pasos en la actividad empresarial deben ser dados con cautela y análisis, el primer consejo para decidir, es la necesidad de tener un asesoramiento de mano de profesionales en los que confíes, para la mejor toma de decisiones.
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